Azcuénaga
Azcuénaga nos transporta fuera del tiempo para sumergirnos en la historia y nos invita a contemplar la arquitectura de principios del siglo XX, al mismo tiempo que nos deleita con los sabores de la cocina tradicional, preparados con esmero por las familias del lugar, fieles guardianes de las recetas heredadas de sus abuelos. El susurro del viento entre los árboles añosos del predio del ferrocarril y el andar sereno por sus calles de tierra componen una experiencia íntima y perdurable. En cada encuentro se percibe la calidez de una comunidad que conserva con orgullo su identidad.